El Corazón del Padre
Hay tantas veces en nuestro caminar cuando sentimos que Dios nos está llevando por un nuevo camino, pero en realidad, de manera cariñosa Él nos está revelando nuevos aspectos de sí mismo al movernos en una nueva dirección o incluso haciéndonos quedarnos quietos. Eso es exactamente lo que sucedió en la vida de los estudiantes del ministerio de Árbol Ribereño (Riverside Tree) a través de sus circunstancias y su caminar con el Señor. Era claro que Él quería darles una imagen más clara de quién Él es como un Padre y aclarar cualquier confusión que tuvieran de quien Dios es.
En enero, tres miembros del equipo de Árbol Ribereño se reunieron con cuatro estudiantes en Lima para un encuentro largamente esperado, llena de deliciosa comida, divertidas dinámicas y un tiempo de compañerismo con Dios y entre nosotros. Al tiempo de compartir nuestros testimonios, nos dimos cuenta del corazón de nuestro Padre. Para algunos de nosotros, cuando atravesamos tiempos que nos encontramos perdidos Dios era nuestro faro de luz. Para otros, Él era el doctor que sanó su alma y su cuerpo. Otros, fuimos abrumados por el amor de Dios y con gozo derramamos nuestras lágrimas. El lema común a través de los testimonios compartidos era que Dios nos recordaba de Su amor al cambiar los planes de nuestras vidas. Tal vez ustedes recuerden que el lema de Árbol Ribereño es de Ezequiel 17:8. Este sigue siendo el enfoque del ministerio, pero a través de esta reunión, Dios lo hizo aún más personal y claro para nosotros. Dios nos había guiado individualmente a donde estamos ahora y a través de Él, nos bendijo para bendecir a muchos otros. El increíble regalo tiene que ser compartido y mostrar a otros que ellos también pueden unirse con Dios. Mientras cada estudiante está a punto de comenzar sus clases en marzo, Dios nos recordó que sus áreas de estudio no quiere decir que sean para un buen trabajo o un buen sueldo y una vida cómoda, pero es una oportunidad para llevar fruto para el Evangelio de Jesucristo. Por favor de orar con nosotros por estos jóvenes, que un día se conviertan en embajadores para Cristo en cada una de sus futuras profesiones, familias, amistades y comunidades. ¡Ese es el corazón de nuestro maravilloso Padre!