Milagro en la Pandemia por Carlos Ordaya
Un mes atrás, fui positivo con COVID-19, pero alabo a Dios por completa sanidad. En cuanto a síntomas, todo lo que experimente fue un día de fiebre y dolor de cabeza. Ya me sentía mejor en ese entonces cuando mi amigo Joseph me dijo que su tío, quien también es mi vecino no creyente, estaba contagiado con COVID-19.
Cuando escuche esto fui conmovido y determinado a compartir de Jesús con él. Recordé a Job de la Biblia. Nadie le quería visitar debido a su lepra y temor a ser contagiados por su enfermedad. Lo mismo está sucediendo hoy con el COVID-19. Porque yo también he estado ahí, puedo identificarme con personas contagiadas y personas que se sienten aislados. Nadie quiere visitarte; aún los médicos y enfermeros tienen miedo.
Sabía que esta oportunidad era de Dios. Mientras compartía el Evangelio con mi vecino, note que era diferente a comparación de tiempos anteriores. Tenía confianza que el Señor estaba hablando a través de mí. Le dije: “Arrepiente de tus pecados. Tienes que arrepentirte de tus pecados”.
Al salir estas palabras de mi boca, él comenzó a llorar. El Espíritu Santo estaba trabajando en su corazón. La familia es rica pues son dueños de
negocios, pero nada de eso los puede salvar. Por el poder del Espíritu Santo, mi vecino se arrepintió y acepto a Cristo como su Señor y Salvador. Le dije que Dios no es alguien que va y viene, que Él continuamente seguiría estando a su lado, y que Él puede restaurar y renovar su vida. Ahora está recuperando y pude tomar una fotografía con él. ¡Alabado sea Dios!
¡Como la historia del hijo prodigo, creo que nuestro Padre se regocijo al recibir a un hijo perdido que regreso a Sus brazos!